El Budismo de Nichiren Daishonin

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Divulgar la teoría budista en occidente es un empresa complicada porque sus conceptos se apartan de las teorías explicativas a las cuales nuestra cultura nos ha acostumbrado. Eso no quiere decir que se trata de algo esotérico o incomprensible para nuestra racionalidad. Mas bien, el objetivo es aquel de explicar un mismo principio teórico – en este caso la Ley del universo – analizándolo desde diferentes ángulos. Es como describir una botella mirándola desde arriba, desde abajo, desde el interior, desde los lados, etc. Porque lo más importante es no perder jamás la visión global. Si además de explicar el Budismo, es un practicante, el resultado es aún más denso de significado, porque la conciencia de un budista no es solo teórica, más bien cambia y se transforma recorriendo el camino.

Las páginas que siguen son de Richard Causton, anciano practicante del Budismo de Nichiren Daishonin y ex director de la Soka Gakkai Británica fallecido en 1995. Su valor está sobre todo, en la claridad que nace de la sencillez lograda a través de una autentica practica budista y un fuerte deseo de compartir con los demás las profunda enseñanzas del Buda.

 Budismo: De la practica a la teoria

 Entonar Nam-myoho-renge-kyo y Gongyo frente al Gohonzon, estudiar los principios teóricos y enseñar el punto de vista del Budismos hacia la vida: son los ingredientes para lograr una condición de vida de profunda confianza y satisfacción, que nos llevara a realizar nuestros propios deseos y a “crear valor”. El Budismo nació para resolver el problema del sufrimiento, y la fe en sus principios se logra después de haber obtenido resultados tangibles: la prueba concreta.

La practica fundamental del Budismo de Nichiren Daishonin se reduce en entonar Nam-myoho-renge-kyo (Daimoku, literalmente “gran invocación”) frente al Gohonzon, un pergamino sobre el cual está escrito un testo compuesto por ideogramas chinos y por algunos nombres en sánscrito. La recitación del Daimoku prolongada <<hasta sentirse satisfechos>>, va precedida – mañana y tarde – por la lectura rítmica y en voz alta de dos importantes capítulos del Sutra del Loto (Gongyo, literalmente “practica asidua”). Si, además de esto, se estudian los principios del Budismo y se enseña a otras personas con lo mejor de nuestra capacidad, el punto de vista del Budismo hacia la vida, será posible desarrollar una condición de vida llena de confianza y satisfacción , la cual nos permitirá realizar nuestros propios deseos y <<crear valor>> tanto para nosotros mismos como para la sociedad en la cual vivimos. Todo esto, independientemente de lo difícil que puedan parecernos los problemas que estemos enfrentando. Nichiren Daishonin, el fundador de la escuela budista que toma su nombre escribió: <<Una Ley tan fácil de aceptar y de poner en practica ha sido concebida para la salvación de los seres humanos que viven en este detestable Ultimo día de la Ley>>. Todo esto puede parecer demasiado bello para ser verdadero, inclusive utópico: una total ilusión. ¿Cómo se pueden obtener tales resultados solo entonando más y más veces una frase incomprensible frente a un pedazo de papel? ¿Y, antes que nada, qué significa Nam-myoho-renge-kyo, y qué tiene de especial este pergamino que se llama Gohonzon? Interrogantes más que legítimas y comprensibles, a las cuales trataremos de responder en las siguiente páginas. Por el momento nos limitaremos a afirmar que uno de los aspectos más estimulantes del Budismo del Daishonin es que nos obliga a poner en discusión todas nuestras convicciones, hasta las más radicadas, sobre la naturaleza de la vida individual y colectiva. Convicciones generalmente tan arraigadas en nosotros, que muy a menudo ni siquiera sabemos que las tenemos. Tomamos por ejemplo el problema del sufrimiento. Es natural que nadie quiera sufrir. Todos quisiéramos vivir felices, pero nadie en esta vida puede huir a una cierta cantidad de dolor. Es probable que el dicho <<nacimos para sufrir>> trate de un hecho indiscutible.

 

El sufrimiento nos enviste cuando nos encontramos frente a problemas y obstáculos, a tal punto que empleamos parte de nuestro tiempo buscando la manera de evitarlos, aunque sean parte intrínseca de nuestra vida misma. En el intento de eludir los problemas no hacemos más que “empujarlos” hacia delante, en el futuro. Cuando más adelante nos topamos inevitablemente con ellos, nos aparecen más grandes o a veces gigantes, y resolverlos se vuelve mucho más difícil.

 

El profundo nexo entre problemas y sufrimientos lleva las personas a confundir los unos con los otros. Por ejemplo quien está desempleado muy probablemente también se siente infeliz, y entonces es llevado a pensar que es infeliz porque está desempleado. Aún suponiendo que con un empleo se pueda ser menos infelices ( lo que está por dudarse, dado el número de aquellos que se quejan de su propio empleo), de hecho no somos infelices por no tener trabajo, si no porque nos sentimos incapaces de conseguir empleo. Entonces no son nuestros tantos problemas que nos causan sufrimiento sino nuestra incapacidad de resolverlos. Esta afirmación puede parecer un poco simplista, sin embargo si nos fijamos bien, la diferencia es fundamental. Cuando nos sentimos en condición de superar los problemas incluso después de un largo empeño y notables esfuerzos, estos últimos se vuelven simplemente “retos”. En pocas palabras, el hecho de que nuestros problemas sean fuente de sufrimiento o de “crecimiento” depende exclusivamente de nuestra actitud hacia ellos, y hacia nosotros mismos. Un miembro de la Soka Gakkai inglesa una vez tuvo la oportunidad de que se le explicara este punto de vista de una manera simple y directa por parte de un vicepresidente de la Soka Gakkai. Poco después de haber empezado a practicar el Budismo de Nichiren Daishonin, viajo a Japón y pidió un consejo a aquel vicepresidente. En cuanto entró a su estudio, éste último le ordenó levantar una mesa muy pesada que se encontraba cerca de la puerta de ingreso. Si bien muy asombrado por aquella petición el ingles trato sin embargo de obedecer. La mesa era de bronce macizo con patas de mármol. Después de haber tratado inútilmente de moverla se rindió: <<¡No puedo, es demasiado pesada!>>.

<< No - contestó el vicepresidente no es demasiado pesada, es usted el que está demasiado débil. El peso de la mesa le concierne únicamente a la mesa. Mientras que el hecho de que usted no pueda levantarla es un problema suyo>>.

El quería hacer entender a aquel ingles que cualquiera que fuera su problema, la cosa más importante era comprender que una tendencia humana natural es aquella de buscar las causas del sufrimiento afuera de uno mismo, en el ambiente externo, para no ver la propia incapacidad personal.

El Budismo de Nichiren Daishonin enseña que es la actitud hacia los problemas y los sufrimientos a ellos relacionados lo que determina nuestra capacidad de vencer o perder en el arte de saber construir una vida feliz. Por ejemplo los chinos, en escribir la palabra “crisis”, usan dos caracteres: uno significa “peligro” y el otro “oportunidad”. La cosa fundamental es entonces nuestra capacidad de ver la oportunidad dentro del peligro. A este propósito , el presidente de la Soga Gakkai Internacional Daisaku Ikeda, escribe: <<La sociedad es compleja y despiadada , y obliga a cada uno a aplicarse a fondo para sobrevivir. Nadie puede hacernos felices. Ser capaces o menos de lograr la felicidad depende únicamente de nosotros. El sufrimiento en cambio es el destino de los débiles y de aquellos que no saben enfrentar el propio ambiente externo>>.

Eso no significa negar las dificultades o ignorar los problemas que afligen la sociedad moderna: el hambre en el mundo, la amenaza de guerra nuclear, el aumento de la degradación ambiental, etc. , no desaparecerán como por milagro de un día para otro, sólo por el hecho de que un determinado numero de personas comenzarán a mirarlo de manera diferente. Y tampoco significa desestimar la realidad física del dolor de quien sufre de una grave enfermedad. También en este caso, la naturaleza de cada dificultad esta estrechamente conectada a la propia fuerza de voluntad: cuando estamos débiles, los problemas nos parecen enormes y a veces insuperables; cuando estamos fuertes, todos los obstáculos vienen redimensionados. Se trata entonces de comprender cómo actuar para volverse personas más fuertes. Con respecto a esto el Budismo de Nichiren Daishonin responde: cuando entonamos para resolver nuestros problemas, podemos hacer de manera tal de que el sufrimiento experimentado y que estamos enfrentando nos ayude a “crecer”. Puede parecer una idea extravagante, sin embargo desde el punto de vista del Budismo todos los sufrimientos, individuales o sociales, no sólo son inevitables, si no que también son esenciales. En otros términos, los problemas representan justamente los medios a través de los cuales los individuos desarrollan su pleno potencial como seres humanos. Como decía Nichiren Daishonin: <<Solamente venciendo un potente enemigo puedes demostrar tu verdadera fuerza>>.

Este concepto será desarrollado más extensamente en las paginas siguientes, sin embargo desde ahora les puedo decir que las más profundas enseñanzas budistas demuestran que el deseo de superar el dolor puede ser uno de los mayores estímulos para el crecimiento del individuo.

Una filosofía para experimentar

El Budismo es una filosofía que explica el funcionamiento de la vida, que enseña a ser felices expresando al máximo nuestra propia creatividad. Pero ya que la vida no es nada simple, las enseñanzas budistas, que han evolucionado por más de dos mil años, reflejan de alguna forma esta complejidad. Por esta razón, en los diferentes y numerosos textos de las traducciones budistas aparecen algunas contradicciones. De allí la confusión que a menudo acompaña, en Occidente, la interpretación de sus doctrinas. Sin embargo el texto esencial, el más emocionante, el Sutra del Loto, quedó íntegro. En este sutra Shakyamuni describe el significado de la Iluminación. Al comienzo de su discurso, él advierte que lo que está por decir es de extrema dificultad: <<Entre todos los sutras que he expuesto y predicado, que me dispongo a predicar y que expondré en el futuro, este Sutra del Loto es el más arduo de creer y comprender>>.

Debemos reconocer que las dificultades puestas por muchas enseñanzas budistas, y entre éstas, en particular por el Sutra del Loto, han hecho que ellas mismas no sean entendidas, o que sean entendidas de manera distorsionada o parcial, exclusivamente desde el punto de vista racional-intelectual o teórico-doctrinal.

A este propósito, una anécdota sobre Shakyamuni pone en evidencia el peligro de una comprensión exclusivamente intelectual del Budismo. Un día Shakyamuni , paseando en el Parque de los Ciervos cerca de Benares, vio un ciervo herido tendido en la grama, con una flecha clavada en un costado. Estaban presentes también dos brahmanes que, viendo el ciervo moribundo, discutían sobre cual fuese el preciso instante en el cual la vida abandona un cuerpo viviente, y especulaban sobre la naturaleza de la existencia después de la muerte. Viendo a Shakyamuni, y conociendo su reputación de “hombre de pensamiento”, se apresuraron a preguntarle su opinión. Shakyamuni se arrodillo rápidamente sobre el ciervo y le extrajo la flecha del costado.

El verdadero espíritu del Budismo – al cual se hace referencia en este cuento – es aquel de suministrar soluciones fundamentales, practicas e inmediatas al problema del sufrimiento y no discusiones filosóficas. En este sentido, la entera estructura teórica de la doctrina budista puede ser entendida esencialmente como un “producto” del deseo fundamental de liberar a los seres humanos de la miseria, la desesperación y la confusión.

Con eso no se pretende afirmar de que el contacto filosófico sea inútil o superfluo. Todo lo contrario. Se quiere sin embargo poner énfasis en el hecho de que la compasión es la cosa que más cuenta en el planteamiento global de las enseñanzas budistas. Acercándonos a esta disciplina es entonces de extrema importancia comprender que la teoría tiene un significado, solo si es usada como punto de partida para la acción: actuar para sí y para los demás.

 

Todo depende de mi

 

Según el Budismo cada persona tiene el poder intrínseco necesario para lograr la condición de vida suprema, es decir, la Budeidad, durante su propia existencia. Y sobre todo, la principal meta de un Buda es la de despertar a los demás seres humanos e enseñarles cómo hacer para que puedan desarrollar su propia naturaleza de Buda.

Tomamos, por ejemplo, lo que afirma Shakyamuni en el Sutra del loto: <<He manifestado siempre mi intención de hacer de los seres humanos individuos perfectamente iguales a mi, sin distinción alguna>>. Y en todas sus escrituras Nichiren Daishonin se esmera en hacer entender a sus contemporáneos de que la Budeidad no es una prerrogativa exclusiva de Shakyamuni, que vivió dos mil años antes que ellos, si no más bien que ellos también la poseen. El declaraba: <<Nosotros, comunes mortales no podemos ver nuestras cejas que están cerca ni el cielo que está lejos. Igualmente no sabemos que el Buda existe en nuestro corazón>>. (Las escrituras de Nichiren Daishonin, vol. IV, p.271).

Entonces el Budismo niega explícitamente de que exista una fuerza externa a la vida humana. En El logro de la Budeidad en esta existencia (las escritura de Nichiren Daishonin, vol IV, p.4) Nichiren Daishonin escribe: <<Jamás busque fuera de usted mismo ninguna de las ochenta mil enseñanzas de Shakyamuni o de los Budas y Bodhisattvas del universo. Aunque aprenda las enseñanzas budistas, ello no le evitará en absoluto sufrir como cualquier mortal común, si no percibes la naturaleza de su propia vida. Si busca la iluminación fuera de usted mismo, toda buena acción o disciplina perderá significado. Por ejemplo, el pobre es incapaz de juntar un solo centavo si se limita a contar la fortuna de su vecino, aunque lo haga noche y día>>. Por consecuencia, los seres humanos son totalmente responsables de su destino.

Como ya se dijo al comienzo del artículo, en el Budismo de Nichiren Daishonin la oración consiste en entonar Nam-myoho-renge-kyo, esta es la acción que hace brotar la Budeidad en nosotros, la más alta condición de vida. Entonces, mas que pedir auxilio a lo externo , apoyémonos en el coraje y en la sabiduría que ya existen en nosotros, de manera tal que podamos enfrentar y superar los problemas que se nos presentan. Además, entonando Nam-myoho-renge-kyo, la existencia de la Ley se manifiesta gradualmente en nuestra vida, y por eso logramos crear armonía con el ritmo del universo. El Budismo explica de hecho que todo, en el cosmos, es manifestación de esta Ley y a esa se ajusta.

El termino “Ley” aquí es empleado en su aplicación científica mas que jurídica, en el sentido que podemos utilizar la Ley de Nam-myoho-renge-kyo tal como utilizamos la ley de gravedad. Si ignoramos esta última y, por ejemplo, nos lanzamos del techo de un edificio, sufriremos graves consecuencias. Análogamente, si vamos en contra de la ley de la vida, por ejemplo negando el principio de causa y efecto que constituye un aspecto central de esta última, tarde o temprano se manifestarán los resultados, bajo el aspecto de sufrimientos.

La similitud con la Ley de gravedad es evidente, sin embargo quisiera utilizarla una vez más para un ejemplo. Los niños, que no están concientes de esta ley de la naturaleza, descuidadamente pueden exponerse a graves riesgos cerca de un barranco, mientras que los padres que se dan cuenta del peligro, se angustian. De la misma manera aquel que no comprende la Ley de Nam-myoho-renge-kyo corre el peligro de acercarse peligrosamente al barranco del sufrimiento y hasta podría precipitarse en el.

Por esta razón es muy importante que todos conozcan la existencia de esta Ley, aunque no se logre comprender la compleja teoría y su funcionamiento, se puede comenzar con armonizarse entonando Nam-myoho-renge-kyo. Haciendo eso, de una manera totalmente espontánea y natural, se comienza a utilizar la Ley universal para crear valor para nosotros mismos y para los demás. Después, poco a poco, se llegara a entenderla.

Daisaku Ikeda escribió: <<Los pájaros vuelan en el cielo sin embargo nunca chocan, así mismo ocurre con los peces en el mar. En la inmensidad del cielo y del mar, pájaros y peces viven y se mueven libremente, porque los guía un instinto que los hace perfectos nadadores y maestros en el arte del vuelo. De la misma manera viviendo en concordancia con la ley del universo, los seres humanos dejaran de luchar los unos en contra de los otros. Conflictos superficiales como aquellos provocados por celos, agresividad y arrogancia, que son causas de falta de fortuna e infelicidad, desaparecerán como nieve al sol. Por eso entonando Nam-myoho-renge-kyo con profunda fe podremos alcanzar una noble condición de vida y lograr respetar a los demás con una amplitud de sentimientos grande como el cielo y el mar>>.

Aunque no sea necesario entender Nam-mojo-rengue-kyo para entonarlo y obtener así resultados, el Budismo no propugna una fe ciega. Para que nuestra practica sea verdaderamente válida es necesario sustentarla con el conocimiento teórico.

Por ejemplo, no es indispensable saber cómo funciona un automóvil para saberlo manejar; sin embargo si sabemos cómo funciona el motor, al momento de una avería podemos resolver más rápidamente y volver a arrancar de prisa. Y si el auto al cual nos estamos refiriendo es nuestra vida, esta analogía se vuelve más clara aún.

 

Las tres pruebas

 

Nichiren Daishonin dijo que existen tres maneras para comprender, evaluar y juzgar las enseñanzas religiosas y filosóficas: las “tres pruebas”. La primera es aquella documental, y se refiere a los textos y escrituras de una particular enseñanza. La prueba documental del Cristianismo es la Biblia, aquella del Islamismo es el Corán, y los sutras son los documentos del Budismo.

La segunda, llamada “prueba teórica”, analiza con cuanta coherencia una doctrina explica la realidad de la vida teniendo en consideración el periodo histórico en el cual ella nació.

La mayor parte de las creencias religiosas y filosóficas se limita a suministrar estas dos prueba. Nichiren Daishonin agregó una tercera prueba, la “prueba real”. En términos religiosos, eso significa, verificar los efectos que la teoría en cuestión produce cuando viene puesta en practica. En pocas palabras significa ponerse esta simple pregunta: ¿Cómo funciona?

Algunas religiones piden a sus propios feligreses creer por fe hasta en los aspectos que no pueden ser demostrados. En pocas palabras, tener una fe ciega. En cambio en el Budismo de Nichiren Daishonin tener fe significa sobre todo actuar, y por ende también practicar. La fe profunda en las formulaciones teóricas viene lograda seguidamente, después de haber experimentado que esta practica lleva a obtener resultados que representan las “pruebas reales”. Recordemos una vez más otra analogía: un amigo nos aconseja ver una determinada película: si tenemos fe en su juicio, le hacemos caso. Si después de haber visto la película estamos de acuerdo con su juicio, crecerá nuestro aprecio hacia este amigo y viceversa. En ambos casos es la experiencia real de la visión de la película lo que determina cómo actuaremos en adelante frente a circunstancias similares.

De las tres pruebas, las más importante es la tercera, porque por más que una teoría pueda ser fascinante, sólo el resultado (por ejemplo la transformación del sufrimiento) que se logra practicándola le confiere un valor real.

Regresando a nuestra analogía del automóvil, la prueba documentaria podría ser representada por el manual suministrado por la fabrica, la prueba teórica son las charlas del vendedor que exalta las características del vehículo en comparación con el modelo anterior o inclusive la superioridad del auto que nos quiere vender con respeto a los demás vehículos del mercado. La prueba concreta comienza en el momento en que encendemos el motor y arrancamos. Si el vehículo no responde a nuestra expectativas, nada nos quitará de la cabeza que nos han dicho solo un montón de mentiras. De hecho es justamente la importancia de la prueba real lo que rinde el Budismo de Nichiren Daishonin tan similar a una ciencia: cada teoría científica viene automáticamente verificada a través de estas tres pruebas, sin embargo en última análisis, es solamente la prueba real la que determina la validez de una teoría. Es necesario añadir que la comprensión teórica del significado budista de la vida le da sentido a la entonación de Nam-myoho-renge-kyo. Nichiren Daishonin de hecho dijo: <<Ejercítate en las dos vías de la practica y del estudio. Sin practica y estudio no puede existir el Budismo>> (Las escrituras de Nichiren Daishonin, vol I, p.235).

Traducción de la revista 2001 N°78 de la SGI de Italia

 

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