La sabiduría del Sutra del Loto: 
diálogo sobre la religión en el siglo XXI

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(A  continuación  se transcribe la trigésimo quinta entrega del diálogo que el  presidente  de  la  SGI,  Daisaku  Ikeda,  mantiene  con el titular del Departamento  de  Estudios de la Soka Gakkai, Katsuji Saito, y con los Vice responsables,  Takanori  Endo  y Haruo Suda. Este material se publicó en la edición de diciembre de 1997 del Daibyakurenge, mensuario de estudios de la
Soka Gakkai.

 Esta   vez,   los  participantes  dialogan  sobre  diversas  cuestiones referidas  al concepto de vida eterna que postula el Budismo. ¿Exactamente, qué  es lo que continúa eternamente? ¿Cómo es el estado en que permanece la vida  después  de  la  muerte?  También analizan la vida universal desde el punto  de  vista  de  la  no  sustancialidad  y de la doctrina de las nueve
conciencias.)

[35] El capítulo "Duración de la vida" - Parte Diez La  vida  después  de  la  muerte:  La  fusión  con  la  vida universal: El significado de la vida eterna (Parte 1)

 Saito:  Cuanto  más  pienso  en  la  eternidad de la vida, más preguntas me surgen.  Por  ejemplo,  si  tomamos  el  concepto de la "vida después de la muerte", sabemos que el cuerpo físico comienza a descomponerse a partir del fallecimiento.  Mi  pregunta,  entonces, es la siguiente. Si el cuerpo está sujeto  a degradarse, ¿qué es lo que queda? ¿Qué es lo "eterno"? ¿Qué es lo
que sigue después de la muerte?

 Endo:  Es  una  pregunta  pertinente.  La última vez, habíamos dicho que no había  ninguna  evidencia  capaz  de  demostrar que después de la muerte no quedaba  nada.  Es  decir, refutamos la "doctrina de la aniquilación". Pero tampoco  hay  evidencias  de  que  exista un "alma invariable", distinta de nuestro cuerpo físico, que perdure eternamente.

Suda:  En otras palabras, como señala la refutación de esta "doctrina de la eternidad",  no  hay ninguna sustancia seudoespiritual que salga del cuerpo después de la muerte.

Saito:  No obstante, muchos parecen pensar que el Budismo adhiere a la idea de  un alma eterno, en su visión de la vida después de la muerte. Cuando se enteran de que el Budismo rechaza esta idea, se sorprenden.

Suda:  Si  no hay un alma, ¿qué es lo que continúa después de la muerte? Es una difícil pregunta.

Presidente  Ikeda:  El  segundo  presidente  de la Soka Gakkai, Josei Toda, solía  decir  que,  luego  de  la  muerte, nuestra vida se fusionaba con el universo.  No  es que haya un alma; en realidad, nuestra vida, como entidad de  la  inseparabilidad  entre  cuerpo  y  mente,  regresa  al universo. El universo  es, en sí, una gran entidad viviente. Es un vasto océano de vida.
Nutre  todas las cosas, da vida a todas las cosas, les permite funcionar... Cuando las cosas mueren, regresan a ese abrazo y reciben nueva vitalidad.

Hay  un  océano  rebosante  e  ilimitado  de  vida, que se encuentra en movimiento  constante.  En ese fluir constante, en ese movimiento que nunca se  detiene,  lo que transcurre es el ritmo de la vida y la muerte. Nuestra vida  individual  sería  una ola que nace de ese gigantesco océano de vida; cada  vez  que se genera una ola, estamos ante lo que llamamos "vida". Cada
vez  que  una  ola  se  repliega,  es  la  "muerte".  Y ese ritmo se repite eternamente.
    Esto  no  sólo  es  válido  en  el  caso de los seres humanos. Nichiren
Daishonin dice: "No hay ningún fenómeno que esté libre de nacer y de morir: ni  el cielo ni la tierra, ni el yin ni el yang Yin y yang:  Dos principios complementarios  de  la  antigua  filosofía  china  que conforman todos los aspectos  y  fenómenos  de  la  vida.  El  yin  se  considera la tierra, lo
femenino,  lo  oscuro  y  lo  absorbente. El yang se considera el cielo, lo masculino,  lo  luminoso  y  lo  penetrante.  Se  cree  que  su interacción afectaría  el  destino  de  todas  las cosas., ni el Sol ni la Luna, ni los cinco  planetas  Cinco planetas: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno.
Los planetas más distantes no se habían detectado aún en el Japón del siglo
XIII.,  ni  ningún estado de la vida, desde el Infierno hasta la Budeidad". Los  principales  escritos  de Nichiren Daishonin, vol. 1, pág. 22.

En esta frase,  el "cielo", la "tierra", el "yin", el "yang", el "Sol", la "Luna" y los  "cinco  planetas"  se  refieren  a los cuerpos celestes. Las estrellas también  experimentan fases de nacimiento y de muerte. Poseen un término de vida.  La Vía Láctea nació y, también, habrá de morir; por ende, su vida es limitada,  tal  como  determinan  las  leyes del nacimiento y la muerte. Lo
mismo  vale decir en el campo de la vida microscópica. Cada uno de los diez estados,  desde  el Infierno hasta la Budeidad, que configuran el mundo del dharma, experimentan el nacimiento y la muerte.
El  Daishonin  escribe  lo  siguiente sobre el padre fallecido de Nanjo Tokimitsu:  "Fue  un buda mientras vivió en este mundo y sigue siéndolo una vez  fallecido.  Su Budeidad trasciende tanto la vida como la muerte". Ib., vol.  2,  pág.  221. Así, indica que el efecto de la Budeidad, que él había
logrado en vida, perduraría aun durante la muerte.

    Todo  lo  que  existe  en el universo mantiene un ritmo eterno donde se
intercalan  la  vida y la muerte. ¿Cómo es, entonces, el estado posterior a la muerte, en el cual uno "se fusiona con el universo"? Tratemos de ahondar un  poco  más  en este tema. ¿Por qué no consideramos, primero, el "momento del fallecimiento", que es la transición entre la vida y la muerte? La desintegración de los cinco componentes

 Suda:  Tal  vez  podríamos  empezar  por el "Rinju Yojin Sho" (Precauciones sobre  el  momento  de la muerte). Fuji Shugaku Yoshu (Obras selectas de la escuela Fuji), edit. por Hori Nichiko, Seikyo Shimbunsha, Tokio, 1977, vol.3.  Como  sugiere el título, este documento, que es un registro de sermones pronunciados  por  Nichikan  Shonin  (1665-1726), contiene numerosos puntos para tener en cuenta en el momento de la muerte.

Endo:  Por  ejemplo,  el  texto  dice:  "No  deberían  acercarse al enfermo personas  ebrias";  y  también, "El moribundo no debe estar rodeado por una multitud  bulliciosa".  Ib.,  pág.  264.  Esto  apunta,  básicamente,  a no perturbar  la  tranquilidad  de  la  persona  en los instantes previos a la muerte.

Presidente Ikeda: ¿En qué estado de la vida del universo vamos a ingresar a partir  de  la  muerte?  Uno  de  los factores más determinantes es nuestro ichinen,  o  inclinación  vital,  en  el  momento  de  morir. Por lo tanto, Nichikan  Shonin  dice que hay que tomar todos los recaudos posibles, a fin de  asegurar  que  el  ichinen  de  la  persona moribunda se centre total y directamente en la Ley Mística.

 Saito:  Para  que  la  persona  pueda  concentrarse  en  la Ley Mística, él aconseja  no  poner  objetos  de valor sentimental cerca del moribundo, que distraigan  su  pensamiento hacia fuertes apegos, ni generar conversaciones que le provoquen preocupaciones o enfado. Ib.

Suda:  También dice: "Aunque el moribundo haya dejado de respirar, uno debe seguir  invocándole daimoku al oído". Eso se debe a que, "aun después de la muerte,  permanece un sustrato remanente de vida". Ib., pág. 265. Aunque en la  época  de  Nichikan  Shonin  se consideraba que el momento de la muerte coincidía  con  el  cese  de  la  respiración,  él  dice  que ese "sustrato remanente"  todavía  perdura  durante  cierto  tiempo,  y puede percibir el sonido de la Ley Mística.

Endo: Lo que esto sugiere es que la transición entre la vida y la muerte no se produce en un solo instante, sino en forma gradual.

Presidente  Ikeda:  Así  es.  La  muerte  es  vista  como un proceso que se extiende durante cierto período.

Saito:  Desde  el punto de vista del cuerpo físico, este proceso implica la transición  de  la vida "sensoria" a la "no sensoria". En el curso de dicho proceso,  existe la posibilidad de que, por determinadas circunstancias, la persona  retorne  a  la  vida. Pero, al parecer, una vez que concluye dicha transición,  ya  no  es  posible  ese  regreso.  Las experiencias de muerte temporal  que  analizamos  la  vez pasada se refieren, por supuesto, a esta etapa, donde aún es posible regresar a la vida.

 Suda:  Una  vez que se deja atrás este punto, y que el retorno a la vida ya no es posible, la persona avanza hacia la muerte total. Este bien puede ser el punto que, en el Budismo, desde la Antigüedad se conoce como "río de los tres  cruces". Río de los tres cruces: Río que, según se dice, los difuntos deben  cruzar  después del fallecimiento. Se puede cruzar por tres lugares: uno  es  superficial, el otro es más profundo, y el último es muy hondo. El sitio por el cual cada persona habrá de cruzar tiene relación con su propio karma.

 Presidente  Ikeda:  ¿Qué  ocurre  cuando un ser vivo efectúa esa transición entre la "vida" y la "muerte"? Después de todo, el Budismo considera que el ser  vivo  es  el  resultado  de  una  "unión temporal" entre las funciones físicas y espirituales.

 Endo:  Sí.  A  eso  se  refiere  el  término  "unión  temporal de los cinco componentes".

Presidente  Ikeda:  De  los cinco componentes, la forma indica la dimensión física  de  la  vida.  Y  los  otros cuatro ?percepción, conceptualización, volición y conciencia? se refieren a las funciones espirituales de la vida.    La percepción es la función espiritual que nos permite captar estímulos
del  mundo  circundante a través de los "seis órganos de los sentidos" ?los cinco  órganos  sensoriales  más  la  mente,  que  integra  las impresiones captadas  por  dichos  órganos?.  La  conceptualización  es  la función que permite  crear  ideas  sobre  lo  percibido.  La  volición  es  la  función espiritual que permite emprender acciones a partir de la conceptualización.
Y la conciencia es la actividad espiritual básica que integra las funciones de la percepción, la conceptualización y la volición.    La  vida  tiene  el  poder  de  fusionar armoniosamente estas funciones físicas y espirituales. Las armoniza, las unifica y les permite interactuar con el mundo externo en forma activa.

 Endo: Por cierto, si uno ve el cuerpo estrictamente desde el punto de vista físico,  es  una  amalgama  de  elementos  y  sustancias  que existen en el universo...

 Presidente  Ikeda:  De  acuerdo  con  cierta fuente, las células del cuerpo humano  suman  sesenta billones. Estas células, a medida que envejecen, son reemplazadas  por  otras  nuevas.  Dicho  de  distinta  forma,  en el nivel celular,  se  está  desarrollando una sucesión permanente de vida y muerte. Aquí vemos, una vez más, cómo operan las leyes del nacimiento y la muerte.    Al  mismo tiempo, un solo ser viviente integra y gobierna estrictamente todas  esas  células,  y  de  esa  manera hace posible su propia actividad. Cuando se acerca la muerte, la facultad integradora de la vida se pierde, y entonces, los cinco componentes que hasta ese momento se hallaban en estado de  unión  temporal  pasan  a desintegrarse. En consecuencia, las funciones
físicas  y espirituales de la vida regresan al estado de latencia y termina la   unión  de  los  cinco  elementos.  Cinco  elementos:  Cinco  elementos constitutivos  de  todo  lo  que  existe  en el universo, según la creencia antigua  india:  tierra, agua, fuego, viento y espacio. Los primeros cuatro corresponden, respectivamente, a los estados físicos de lo sólido, líquido, cálido y gaseoso. El espacio, aquí, se interpreta como un integrador de los otros cuatro elementos.

Suda:  En sus "Precauciones sobre el momento de la muerte", Nichikan Shonin dice:  "Cuando  el viento del 'demonio de la extinción' entra en el cuerpo, la  carne y los huesos se separan". Fuji Shugaku Yoshu, ib., pág. 265. Esto parece  sugerir que, en el momento de la muerte, cuando los cinco elementos se  desintegran,  el  moribundo  siente  algo  semejante a un viento que le
atraviesa  el  cuerpo. Los registros de las experiencias de muerte temporal
hablan,  efectivamente,  de sensaciones así. La tensión que uno experimenta
en  ese instante se denomina "el sufrimiento de la muerte". Nichikan Shonin dice, sobre este padecer: "Si la persona ha acumulado un karma positivo, no sufrirá".

Presidente  Ikeda:  Aunque  el  único  beneficio de la fe en la Ley Mística fuese vernos libres de todo sufrimiento en la hora de la muerte, igualmente sería maravilloso. Corroboración médica de los cambios físicos en la hora de la muerte

 Saito:  En  la  SGI, hay incontables informes de personas que han fallecido con  una  expresión  de  auténtica  paz  y  serenidad  en  el  rostro.  Con frecuencia,  uno  escucha casos de miembros que, a pesar de haber muerto de alguna  enfermedad,  no experimentaron dolor. O bien de otros que, habiendo sufrido  un  accidente fatal, exhalaron su último aliento con una expresión muy serena, como si estuvieran en un plácido sueño.

 Suda:  Una vez oí decir a una persona que trabajaba en una empresa fúnebre: "Aunque  uno intente mejorar el aspecto de un cadáver con cosméticos, no se puede alterar esencialmente el semblante de un fallecido. No hay fortuna ni prestigio  que  consigan  darle  un  buen aspecto al difunto, si éste no lo posee de por sí. He conocido a muchas personas en la vida y en la muerte, y siento  que,  en  última instancia, su aspecto al morir refleja la forma en que ha vivido".
    En  los funerales de miembros de la SGI, también hay un clima distinto. Los observadores, al ver el afecto sincero de los miembros que concurren al velorio,  a  menudo  sienten  que  el  fallecido  realmente  debe  de haber atesorado a los demás.

Endo:  En  especial,  los velorios de personas que han trabajado mucho para ayudar a los demás cuentan con la participación de muchísimos concurrentes. A  menudo uno escucha decir que, en los sepelios, al ver la enorme cantidad de  miembros  que se acercan a presentar sus respetos, los familiares y los vecinos  que  no  pertenecen  a  la  SGI  comprenden  por  primera  vez qué existencia  valiosa  y  noble  había vivido el fallecido, aun sin tener una posición social especialmente importante.

 Presidente Ikeda: Estas personas propagan la enseñanza del Daishonin aún en la  hora  de su propia muerte. Es algo magnífico. Son auténticos "paladines del  pueblo".  Un fragmento del capítulo "Aliento del bodhisattva Digno del Universo"  (Fugen,  veintiocho),  del  Sutra  del  Loto, dice, al respecto: "Después  de  su  muerte,  un  millar  de  budas  extenderán sus manos para liberarlo  de  todo  temor e impedir que caiga en los malos caminos". Sutra del Loto, cap. 28, pág. 322.
    Mil  budas aplauden a los paladines del pueblo que luchan denodadamente por el Kosen-rufu. En este párrafo, podría decirse que "mil budas" aluden a las muchas personas que invocan daimoku por el bien del fallecido.     Desde  luego, lo importante no es el número de personas que despiden al difunto, sino que éste sea rodeado por un daimoku sincero. El supremo viaje hacia  el  Pico  del  Águila  es  ser despedido de esta vida por el daimoku sincero de nuestros compañeros de fe.

Suda:  Escuché  la  experiencia de Harue Yamaguchi, de Hachioji, Tokio, que falleció  en  1996.  El  funeral  de la señora Yamaguchi, que había luchado tantos  años  en  su  comunidad  por  el  bien del kosen-rufu, contó con la participación de un número increíble de gente.
    La  señora falleció a los sesenta y cinco años, pero la expresión de su rostro  era  tan serena y hermosa, que fue el comentario de todo el barrio. Durante  los  cinco  días  que  su cuerpo descansó en su hogar, mientras se llevaban  a  cabo  las  ceremonias  fúnebres,  el  rostro  de  la mujer fue irradiando   más   y  más  esplendor.  Las  arrugas  de  su  frente  fueron desapareciendo,  y,  realmente,  durante  el transcurso del velorio pareció rejuvenecer.  Al  ver  este  fenómeno,  uno de los presentes comentó: "Está sonriendo como una niña. De veras, es lo que parece".    A  la  señora Yamaguchi, que había ingresado en la Soka Gakkai en 1955, le habían extirpado un tumor en un pulmón hacía ocho años, pero aún después de  la operación, siguió realizando actividades con toda energía en la zona de Hachioji.

Presidente  Ikeda:  Me  hablaron  mucho  de ella. Gozaba de la confianza de muchísimas  personas,  no sólo en Hachioji, sino en toda la región oeste de Tokio...

Suda:  Siempre  que tenía un momento libre, lo dedicaba a conversar con los miembros  o a llamar a los que necesitaban aliento. Era una mujer tan vivaz y  entusiasta, que la gente le preguntaba: "¿Cómo hace usted para vivir con tanta  alegría?".  Y ella contestaba: "Es porque hago daimoku para ayudar a la  gente  a  superar sus sufrimientos. Siento que cuanto más aliento a los demás, mayor es mi propia fuerza vital".     Como  siempre  se  dedicaba  a  alentar a los miembros con brío, cuando falleció  en  forma  tan  repentina, fue una verdadera sorpresa para todos. Siempre  decía:  "La  vida  es eterna. A mí me gustaría morirme rápido, así como  una  flor  suelta sus pétalos luego de haber florecido. No quiero ser una carga para los demás".
    En  el  instante  de  su  muerte,  perdió  enseguida la conciencia y no experimentó  sufrimiento  alguno.  Y,  como  ya han dicho, su rostro fue de verdadera  serenidad;  falleció  con  la  misma expresión brillante con que alentaba a cada miembro.

Saito:  El  aspecto  que  reveló  en la muerte fue un tremendo aliento para todos.

Endo:  Nichiren  Daishonin  indica  que  el aspecto de una persona al morir revela  su  estado  de  vida.  Dice, por ejemplo, que en el caso de alguien virtuoso,  en  el  momento  de  la  muerte  la  expresión  se torna "pura y brillante",  y  el  cuerpo,  "ligero como pluma de ganso, y suave y mullido como  el  algodón".  The Major Writings of Nichiren Daishonin, vol. 5, pág.
288.
    Una  vez,  le pregunté a un especialista en enfermedades terminales qué circunstancias fisiológicas mejoraban el color facial de una persona, luego de  la  muerte.  Me  dijo que cuando un ser humano fallecía en un estado de satisfacción  y  paz  interior, los vasos sanguíneos quedaban dilatados, no contraídos.  Por eso, la formación de coágulos y el endurecimiento muscular (rigor  mortis)  tardan  comparativamente más en producirse. Y entonces, el rostro  del  fallecido  se  ve  más resplandeciente, mientras que el cuerpo conserva la blandura y la suavidad de un ser vivo.
    Por  otro  lado,  cuando  alguien  muere con remordimientos y pesar, en estado  de sufrimiento, el cuerpo queda agarrotado como un puño apretado, y los  vasos  sanguíneos  se contraen. Dado que la coagulación sanguínea y el endurecimiento  muscular  se  producen antes, el rostro adquiere un aspecto oscuro y el cuerpo se torna rígido. En  un nivel diferente del logro de la Budeidad, como fenómeno general, también la ciencia confirma que el estado espiritual de un ser humano en la hora de la muerte se refleja en su aspecto físico.

Presidente  Ikeda:  Así  que la medicina también puede explicar por qué hay diferencias en el aspecto de las personas fallecidas.    Desde  luego,  ya  que  el beneficio de la Ley Mística purifica nuestra vida,   los   que  realmente  se  están  esforzando  en  la  fe  no  tienen
absolutamente  ninguna necesidad de temer a la muerte. Aunque alguien muera en  un  accidente,  si  ha  mantenido  una  firme  fe  en  vida,  sin falta manifestará la Budeidad. La "energía del karma" continúa después de la muerte

Saito:  Todavía no hemos respondido nuestra pregunta: qué es lo que perdura después de la muerte.    Específicamente,  el Budismo explica el concepto del "no yo", que niega la  existencia  de  un alma después de la muerte. Enseña que no hay un "yo" que  perviva  como  una  entidad  eternamente  invariable. Al mismo tiempo, expone  que  la vida continúa después de la muerte, y en un sentido acotado reconoce  el  concepto de la transmigración. Ahora, es necesario considerar si ambas nociones no son contradictorias.

Presidente  Ikeda: Es una vieja pregunta, que se viene planteando desde los albores del Budismo. Sería muy interesante explorar el desarrollo histórico que  ha  tenido  esta inquietud, pero dada la complejidad que esto entraña, tal  vez  por  ahora  podamos  dejar a un lado este análisis. Sólo quisiera hacer  notar  que el concepto de la no sustancialidad y las investigaciones de  la  escuela  Sólo  Conciencia  Escuela  Sólo  Conciencia:  (En  sánsc.: Vijnanavada)  También  conocida  como  escuela  Yogachara.  Una  de las dos principales  escuelas  del  Mahayana  en  la  India,  junto  con la escuela Madhyamika.  Se  considera  que  su  fundador fue Maitreya (c. 270?350). La doctrina de Maitreya, llamada "Sólo Conciencia", fue expuesta en su obra de cien  fascículos  Yugashiji Ron, y desarrollada por sus discípulos Asanga y Vasubandhu,  en  el siglo V. Esta escuela sostiene el concepto de que todos los  fenómenos  surgen del vijnana o conciencia, y que la base de todas las funciones  de  la  conciencia  es  la  alaya-vijnana o conciencia alaya. Se acercan mucho a la raíz de esta cuestión.    ¿Qué  prosigue  después de la muerte? Según concluyó Shakyamuni, lo que continúa  es  el  karma.  Nuestras  circunstancias en la vida actual son el efecto  de  nuestras  acciones  pasadas  (karma),  y  nuestras acciones del
presente  determinan  las  circunstancias  de nuestra vida en el futuro. En otras  palabras,  la influencia  de  nuestras  acciones se traslada de una existencia a la otra, y trasciende la vida y la muerte.

Saito: El karma significa actividad espiritual y actividad física, tal como sugiere  el  término  "tres  categorías  de  acción",  que abarca los actos físicos,  la  palabra  y  el pensamiento. Las consecuencias de lo que hemos pensado,  dicho y hecho permanecen en el futuro, sin alteración. Cuando uno piensa  en  ello,  ve  que  refleja una perspectiva extremadamente rigurosa sobre la causalidad.

Presidente  Ikeda:  Exactamente. En términos estrictos, lo que continúa más allá del nacimiento y la muerte es la energía del karma.

Endo:  Usted acaba de hablar de energía, y esto me hace pensar en la ley de conservación de la energía. Es un principio físico según el cual la energía no  se  genera  ni  se  destruye.  La  energía térmica puede convertirse en energía  cinética,  y la energía potencial puede devenir energía eléctrica. Pero  la energía no se produce, súbitamente, de la nada. Ni desaparece. Tan sólo cambia de forma...

Suda:  Aun  la  materia  no  es otra cosa que una forma estable de energía. Desde  ese  punto de vista, algunos sostienen que la energía es la realidad esencial.

Presidente  Ikeda:  René  Huyghe analiza esta cuestión en su obra Formes et forces  (Formas  y  fuerzas).  HUYGHE, René: Formes et forces: de l'atome à Rembrandt  (Formas  y  fuerzas:  Del átomo a Rembrandt), Flammarion, París,1971.     Huyghe  (1906-1997) fue un intelectual francés, experto en Historia del Arte.  Su diálogo con el presidente Ikeda se publicó en 1991, con el título
El alba anuncia la aurora, por Weatherhill, Inc.)     Según Huyghe, existe una dinámica de forma y energía que opera en todos los  niveles  de  la  existencia, desde lo atómico hasta lo universal. Y la
actividad  espiritualmente  elevada  de la creación artística no constituye una excepción.
    Propone  que,  mediante  ciertas funciones, la fuerza produce una forma estable.  Si la energía contenida en dicha forma permanece activa, entonces tarde  o  temprano  adoptará  otra  forma  o  retornará al estado de fuerza "pura".  Desde  el  punto  de  vista  de  las tres verdades del Budismo, la "fuerza"  representa  la verdad de la no sustancialidad, y la "forma" es la verdad de la existencia temporal.

Saito:  Con  respecto a la vida y la muerte, podemos decir que la "vida" se produce  cuando la energía del karma adopta, temporalmente, una forma fija. Y la "muerte" tendría lugar cuando esa forma se desintegra y se fusiona con la corriente vital del universo, como un fluir de energía pura...

Presidente  Ikeda:  En  sentido general, es probable que la comparación sea válida.  Desde  luego, la "forma" experimenta cambios continuamente, a cada momento.

 Endo:  En  los mismos carriles del principio de conservación de la energía, podríamos  hablar, con cierta elasticidad, de un "principio de conservación del karma".

Presidente  Ikeda:  Me parece muy sugestivo que Huyghe haya identificado el movimiento ondulatorio como un importante factor en la transformación de la energía  en  forma.  Él  postulaba que la forma quedaba determinada por los diversos  atributos ondulatorios, vibratorios y rítmicos de la fuerza. Esto se  basa  en  conocidos  experimentos en el campo de la "cimática" [terapia
sonora].

Saito:  Los  experimentos  "cimáticos"  consisten  en  impartir determinada vibración  a  los  líquidos,  o  a partículas de polvo o limaduras de metal dispersas sobre una superficie con forma de disco. Cuando se llega a cierta frecuencia,   las  partículas  describen  sobre  la  superficie  un  patrón particular.  Entre  estos  patrones  hay formas helicoidales, serpenteadas, dendriformes o arboríferas, hexagonales y escamadas.

 Presidente  Ikeda:  Estos  diseños  aparecen,  también,  en  las  formas de sustancias  orgánicas,  como  los  corales,  ciertos  frijoles,  las valvas marinas,  los  espinazos de peces, los caparazones de tortugas y las celdas hexagonales  de  las  colmenas. Sobre la base de estos experimentos, Huyghe postulaba  que  toda la materia se compone de energía y de cierta vibración rítmica  especial.  Y que cada ser viviente tenía una "realidad vibratoria" particular. Ib., pág. 356.
    Desde luego, la energía del karma es diferente de la energía física. Lo que  influye tanto en los aspectos físicos como espirituales de nuestro ser es  la  energía  vital  latente.  Por  eso, recordemos que esto es sólo una analogía,  para ayudarnos a comprender la verdadera naturaleza de la vida y la muerte. La conciencia alaya: vehículo para la continuidad del karma

Suda:  Se  dice que esta energía "kármica" continúa, y que trasciende tanto la  vida  como  la muerte. Ya que existe un karma positivo y otro negativo, las  circunstancias de la existencia actual de cada entidad viviente quedan determinadas  por  la energía "kármica", positiva y negativa, que ella trae de existencias anteriores.

Presidente  Ikeda: Correcto. La "forma" actual de nuestra vida se determina por un balance de energías positivas y negativas... 

Endo: Como efecto de esta energía "kármica", por ejemplo, la persona podría nacer  con  una inteligencia descollante o con un aspecto físico agradable. Ya  que  esta clase de efectos se manifiestan en el sujeto, se los denomina "efectos  vitales".  En cambio, hay "efectos ambientales", como nacer en un hogar agitado por peleas constantes.    El presidente Toda dijo, una vez:
Todas nuestras acciones de existencias pasadas quedan contenidas en    la  totalidad  de  nuestra vida. Por eso, es tan importante el Budismo.    Nos  gustaría  poder  decir:  "Lo  que  hice en el pasado no cuenta. He     nacido  con  las cuentas en cero". Pero no es tan fácil desprenderse de nuestro pasado. "¿Por  qué tuve que nacer en un hogar pobre?" "¿Por qué nací tonto?"  "¿Por  qué  fracaso  en  los  negocios,  por  mucho que lo intento?" La    respuesta  a  todas  estas  preguntas se encuentra en lo que hicimos en    existencias  pasadas. Pero aunque la causa esté en vidas anteriores, el Budismo  del Daishonin enseña cómo superar estos obstáculos "kármicos".         Si  examinamos  nuestra  vida  desde el punto de vista fisiológico,     cada cinco años, una gran parte de las células de nuestro cuerpo, desde     el  globo  ocular  hasta  la  médula  ósea,  invariablemente  han  sido    reemplazadas.  [Así  que la persona que hoy somos, fisiológicamente, no es la misma que existía hace cinco años.] Es algo que la ciencia médica    admite  y  confirma. Sobre  esa  base,  uno  podría sostener que no es responsable  de  una  deuda  contraída  hace cinco años [cuando uno era    "otra  persona"].  Pero aunque nos gustaría que nos eximieran del pago,    el  cobrador  va  a  golpearnos la puerta igual. Del mismo modo, no hay otra  opción  que  hacernos  responsables  de  lo que hemos hecho en el pasado.
        Aunque  esto  es  algo  fácil  de  entender desde el punto de vista  lógico,  cuando  nos  enfrentamos  con  un  problema real, caemos en la  desesperación.  Pero  Nichiren  Daishonin  dice que las personas que se   basan  en  el  Dai-Gohonzon,  aunque  no  sobresalgan por sus méritos o aunque  hayan  cometido  graves acciones en el pasado, podrán erradicar   totalmente su karma, y recibirán los mismos beneficios que aquellos que  hicieron  causas extraordinarias en el pasado. Véase Gosho Zenshu, pág. 754.   Por  eso,  la  Fe  es  tan  importante. Toda Josei Zenshu (Obras  completas  de Josei Toda), Seikyo Shimbunsha, Tokio, 1985, vol. 5, pág. 412.

Saito: La energía "kármica" que sostiene nuestra vida no se manifiesta toda junta,  de  una  vez,  en  el presente. Pero, tarde o temprano, esa energía producirá  alguna  clase  de  efecto,  aunque  más  no sea en la existencia próxima.  Si nos atenemos al tema de este diálogo, la pregunta sería de qué manera perdura luego de la muerte esta energía "kármica".

Presidente  Ikeda: Creo que la doctrina de la novena conciencia explica muy bien este tema.

Saito: Efectivamente. La doctrina de Sólo Conciencia esclarece la dimensión interior  de  la  vida  humana  con  tal  profundidad,  que ha ejercido una influencia  importante  en la psicología moderna. En primer lugar, resuelve la  contradicción aparente entre la visión que niega el yo y el concepto de la transmigración.

Suda:  De  las  nueve  conciencias, las primeras cinco, que se basan en los denominados   "cinco   tallos"  (ojos,  oídos,  nariz,  lengua  y  cuerpo), corresponden a los cinco sentidos de la vista, el oído, el olfato, el gusto y  el  tacto.  Estas  son funciones de percepción y de conciencia. La sexta conciencia  integra  esas  cinco  conciencias en imágenes coherentes; es la función del intelecto, que lleva a cabo inferencias y formula juicios sobre las  cosas.  Llevamos a cabo nuestras actividades diarias, básicamente, con esta sexta conciencia.

Endo: Si vamos más allá, llegamos a la séptima conciencia o conciencia mano,  y  a  la octava conciencia, o conciencia alaya, que corresponde al plano del subconsciente.

Presidente  Ikeda: La octava conciencia asegura la continuidad del karma de una existencia a la siguiente.

Saito: Las funciones de las primeras siete conciencias cesan con la muerte. Pero  la  conciencia  alaya  sigue operando a través del pasado, presente y futuro. El significado original del término sánscrito alaya es "depósito" o "reservorio". Se la llama "conciencia de almacenamiento", ya que allí queda depositado el karma.

Presidente  Ikeda:  Dicho  sea  de  paso,  se dice que la palabra sánscrita "Himalaya"  es  una  combinación  de  dos términos: hima, 'nieve', y alaya, 'depósito'.

Endo: Un depósito de nieves...

Presidente  Ikeda:  Todo  nuestro  karma se acumula en la conciencia alaya, como  en  un  almacén.  Tanto el bueno como el mal karma quedan almacenados allí, como semillas en un granero.
    El  término  "depósito" evoca la imagen de una estructura física, en la cual  se  pueden almacenar cantidades de sustancias. Pero, en verdad, sería mucho  más acertado decir que la octava conciencia es la corriente vital de la energía "kármica".

Saito:  Un  texto  budista  compara la octava conciencia con una "corriente tumultuosa".

Presidente Ikeda: Además, la octava conciencia trasciende los límites de lo individual  e  interactúa  con  la  energía  "kármica"  de los demás. En la dimensión interna de la vida, esta energía "kármica" latente se fusiona con la  energía  latente  de  nuestra  familia, de nuestro grupo étnico y de la humanidad, y realiza lo mismo con las plantas y los animales...

Suda:  Es  una  imagen  espléndida.  Por  eso  la  revolución  humana de un individuo  transforma  el destino de su familia y de la sociedad. Un cambio positivo  en  la  energía "kármica" profunda de una vida individual pone en marcha cambios en el karma de las vidas ajenas.

Presidente  Ikeda:  Hay  métodos  para  transformar la energía "kármica" de nuestra  vida,  de  negativa en positiva, mediante la acumulación de buenas causas.  Pero,  en realidad, estos métodos no son prácticos, porque tarde o temprano  estamos  sujetos  a  hacer  algo  que  borra  las  buenas  causas acumuladas,  así  como  al  apilar piedras uno llega a determinada altura y luego  todo  lo  que  uno  ha  trabajado por acumular se desmorona. Esto es especialmente  cierto  en  una  época  como la nuestra, cuando la corriente profunda de la sociedad se agita con una energía muy negativa.     En cambio, el Sutra del Loto enseña a activar la novena conciencia, que yace  en  lo  más  recóndito  de  nuestro  ser  y es una dimensión libre de impurezas,  para poder convertir de inmediato la energía "kármica" positiva y  negativa  en  una  energía "de supremo bien". La novena conciencia es la vida  universal  que yace por debajo de la octava conciencia y de todas las demás facetas de nuestro ser.     Podría  decirse que el "Buda eterno" del capítulo "Duración de la vida" (Juryo,  dieciséis)  es  una  expresión de esta conciencia fundamentalmente
pura,  sin  comienzo  ni  fin,  con  forma  humana.  Cuando  activamos esta conciencia esencialmente pura, la energía del karma positivo y negativo que poseemos  se  encauza  hacia la creación de valor; la mente o conciencia de nuestro  grupo  étnico y de la humanidad reciben el flujo de esta corriente vital caracterizada por la misericordia y la sabiduría.

Saito:  El  Daishonin dice que esta conciencia fundamentalmente pura es "la realidad  invariable  que  reina sobre todas las funciones de la vida". Los principales  escritos  de  Nichiren  Daishonin,  vol.  1,  pág.  217. Es el Gohonzon,  que  existe  sólo  "en la carne mortal de nosotros, las personas comunes  que  abrazamos el Sutra del Loto e invocamos Nam-myoho-rengue-kyo". Ib.

Endo:  El Daishonin dice, también: "Los cinco caracteres de Myoho-renge-kyo representan  la novena conciencia". Gosho Zenshu, pág. 794. Es lo mismo que decir que Myoho-renge-kyo es, en sí, la vida universal. Los Diez Estados son "longitudes de onda" vitales

Presidente Ikeda: Entonces, "la vida después de la muerte" significa que la corriente  vital  del karma, en estado de no sustancialidad, se fusiona con la vida universal.     Ya  que  es  no sustancial, no es existencia ni no existencia. Ni puede decirse que exista en un sitio especial del universo. En cambio, se fusiona con la vida del universo en su totalidad.

Suda: El presidente Toda lo decía de esta forma: "La vida de tu abuelo y la de  tu  abuela  existen  en el universo. Pero eso no significa que estén en algún  lugar  tomándose  de  la  mano.  Están allí,  pero  no hay forma de circunscribirlas  a  un  lugar  determinado".  Toda Josei Zenshu, op. cit., 1982, vol. 2, pág. 190.

Presidente  Ikeda: Ya que no están en ningún lugar específico del universo, no  puede decirse que existan. Por otro lado, volverán a nacer en respuesta a  las  causas apropiadas. Así que tampoco podemos decir que no existan. La vida  después  de  la muerte trasciende los conceptos de existencia y de no existencia.     Esto parecería ir en contra del sentido común, pero en ciertas áreas de la  física,  como  la  mecánica cuántica, encontramos hechos similares. Por ejemplo,  la  luz posee propiedades de onda y de partícula al mismo tiempo. Este  hecho  es,  de  por  sí, una verdad desconcertante para nuestra forma habitual de pensar.

Suda:  Claro,  porque  es  contradictorio  decir que algo es una onda y una partícula  al mismo tiempo. Para la lógica, es desconcertante pensar que la luz  posee  las  propiedades  de  ambas, y que a veces se comporta como una onda, y otras, como una partícula...

Saito:  El  presidente Toda empleaba la analogía de las ondas de radio para explicar  la  vida en estado de no sustancialidad. En nuestra época, es aún mejor recurrir el ejemplo de la televisión.

Presidente  Ikeda:  Sí.  El  mundo  está  atravesado  por ondas radiales de diversas  longitudes,  transmitidas  desde  estaciones  de los más diversos  países, que van y vienen por todas partes. Cuando uno enciende un televisor y  sintoniza la longitud del canal que quiere ver, puede escuchar sonidos y ver  imágenes. Mediante la "relación" o "causa externa" que es el receptor, esas ondas invisibles y silenciosas se convierten en imágenes visibles y en sonidos  audibles.  Podría decirse que esto representa la transición de las longitudes de onda de la "muerte" a la "vida".

Suda:  La  estación descompone sonidos e imágenes en diversas corrientes de datos  y  los  transmite  como  ondas  radiales.  El  aparato  receptor ?el televisor?  reconstituye los sonidos originales, y reaparecen las imágenes. Aunque  el  sonido  y  la  imagen se descomponen en señales ininteligibles, luego  es  posible restaurar la combinación original, para que ese sonido y esas imágenes vuelvan a aparecer. Se podría decir que es análoga a la unión temporal de los cinco componentes.

Presidente Ikeda: Nacemos con un cuerpo y una mente (un "efecto vital"), en un  ambiente  (un  "efecto  ambiental")  que  coincide  con nuestra energía "kármica".   Desde   luego,   la  vida  y  su ambiente  son  dos  términos inseparables. Ya que ambos manifiestan (como efecto) nuestra propia energía "kármica".     El presidente Toda solía emplear el ejemplo de un juego de mesa japonés llamado  go,  para  explicar la transición entre la vida y la muerte. En un
torneo  importante  entre  dos maestros, una sola partida puede durar hasta dos  días.  Si  al  primer  día  no hay ganador, el juego se suspende. Esto corresponde  al momento de la muerte. Pero, al día siguiente, la partida se retoma  exactamente  en el punto en que ambos la dejaron la noche anterior. Esto  sería la "próxima vida". Hay continuidad. No nacemos en "fojas cero";
en  cambio,  retomamos  la  existencia  allí  donde  la dejamos. Por eso la expresión "una nueva vida" es un poco engañosa...     El presidente Toda lo recalcaba siempre: "Cuando volvemos a encender un cigarrillo  o  una  varilla  de  incienso  apagados,  no  decimos  que  han
"renacido".  Sencillamente  vuelven  a arder desde el sitio en que antes se habían  apagado.  Cuando  morimos y volvemos a nacer, nuestra vida prosigue tal  como  es".  Véase ib., vol. 5, pág. 411. "Este mismo cuerpo continúa", agregaba golpeándose el pecho para dar más énfasis a sus palabras. En otras palabras,  decía  que  la  continuidad  de nuestra vida, que consiste en la inseparabilidad  entre  el cuerpo y la mente, no se ve limitada por nuestro
paso a través de la muerte y el renacimiento.    En  cualquier  momento dado, nuestra vida se encuentra en alguno de los Diez  Estados.  El  presidente  Toda  comparaba  la diferencia entre dichos estados  con  la  diferencia  entre  diversas longitudes de onda, y por eso decía que eran diferencias de "longitud de onda vital".     Los  Diez  Estados  también existen en la gran vida del universo. Si el estado  de  vida  de  una  persona  en  el  último instante es de Infierno, entonces  el  moribundo  se  fusiona  con  el estado de Infierno de la vida universal;  si  es de Éxtasis, entonces se fusiona con el estado de Éxtasis universal.

Endo:  En  otras  palabras, se fusiona con el estado de vida universal cuya longitud de onda coincide con la que él mismo tenía al morir.

Saito:  Hablar  de "longitud de onda vital" me hace pensar en el comentario de  Huyghe  que antes habíamos citado: en última instancia, toda la materia se compone de energía y de un ritmo particular.

Suda:  Con respecto al modo en que nuestra vida se fusiona con el universo, aunque  hablemos  de  los  Diez  Estados inherentes a la vida universal, no existen  en lugares determinados del universo. Esto es algo que ya dijimos.No  es que los ocho infiernos fríos existan pasando Plutón, o que el estado de  Éxtasis  se  encuentre cerca de Venus. En cambio, todas las condiciones impregnan la totalidad de la vida universal.

Presidente  Ikeda:  Ya  sea  que  hablemos  del estado de Infierno o del de Éxtasis  o  del de Budeidad, cada uno de ellos impregna el universo entero. Es un punto que ya tocamos cuando dialogamos sobre la posesión mutua de los Diez Estados.     Cuando  nuestro  ser se fusiona con el estado correspondiente a nuestra propia  condición de vida, en el instante de la muerte, nosotros mismos nos fusionamos  con  el  universo entero. Precisamente por esta razón, mientras exista  la  causa  externa  apropiada, no hay restricción que limite en qué lugar y momento del universo habremos de renacer. Y renacemos con el cuerpo y la mente y el ambiente más apropiados para nosotros.

Endo:  El  presidente  Toda  decía  de  esta  vida que impregna el universo entero:  "En determinado momento, la vida llega a concentrarse en un lugar del  universo.  Entonces,  renace  como  ser  viviente". ¿No está diciendo, acaso,  que  cuando  aparece  la  causa  externa adecuada, nuestra vida que impregnaba  el  universo  pasa  a concentrarse en un lugar determinado y se manifiesta como entidad viviente individualizada?

Presidente Ikeda: Es una forma de explicarlo.    Al  mismo  tiempo,  hay algo que debemos tener en cuenta: la frase "que impregna  el universo entero" no indica que la vida sea extensa, y el hecho de  que  exista  en  una  forma  de  vida tan diminuta como la cabeza de un alfiler no significa que sea pequeña y estrecha...

 

Saito:  En  el  Gosho  "Sanze  shobutsu  sokanmon  kyoso  hairyu" (Sobre la enseñanza  suprema  afirmada  por  todos  los  budas del pasado, presente y futuro), el Daishonin dice: "Aunque [la verdadera entidad de la vida] puede caber  dentro de una semilla de mostaza, no es que la semilla se expanda ni que  la vida se encoja. Aunque colme la totalidad del espacio, no es que el espacio  sea  demasiado amplio ni que la vida sea demasiado pequeña". Gosho Zenshu, pág. 563.

Presidente  Ikeda:  En otras palabras, no podemos decir que algo que existe en  forma  dispersa,  en todo el espacio infinito, de pronto se contraiga y quepa  en un lugar específico. Luego de la muerte y antes del renacimiento, la  vida  se  encuentra  en  estado  de latencia; no es que exista en forma dispersa.  Ya  que  el  universo  entero  es  una entidad viviente, la vida inseparable  del universo nunca está "alejada" de él; puede manifestarse en cualquier parte, en cualquier momento. Este punto tiene que quedar claro.

Endo: Pero es un concepto bastante difícil... ¿Pueden los muertos sentir alegría o sufrimiento? Cuando los seres vivientes presencian     el final de un kalpa,     y todo se consume en las llamas de un gran incendio, esta, mi tierra, permanece a salvo y en calma,      siempre colmada de seres humanos y celestiales.     Variadas clases de gemas adornan      sus recámaras y pabellones, sus jardines y bosques.     Hay árboles enjoyados,     henchidos de flores y de frutos,      bajo los cuales, plácidos,     se solazan los seres vivientes.     Las deidades hacen repicar tambores celestiales para interpretar, sin pausa, la música más diversa.     Cae una lluvia de flores de mandarava que esparce sus pétalos sobre el Buda     y  sobre  la  asamblea  inmensa.  The Lotus Sutra (El Sutra del Loto),     trad.  al  inglés  por   Burton Watson, Editorial de la Universidad de Columbia,  Nueva York, 1993, págs. 230-231. En adelante, las referencias a esta obra se abreviarán así: Sutra del Loto, número de capítulo, número de página.

S
uda:  Tengo  una pregunta. Se dice que la vida de alguien que ha fallecido
perdura  en  estado  de  latencia,  y  que  no tiene propiedades físicas ni espirituales.  En tal caso, ¿es posible que el fallecido experimente placer o dolor?

Presidente Ikeda: Por supuesto que sí. El presidente Toda observó, una vez, que sería muy interesante inventar un  aparato  capaz  de  ver  la vida después de la muerte. Decía: "Si fuera posible  ver  la vida de los padres o de los hermanos fallecidos, fusionada con  el  universo,  uno  vería  algunos  retorciéndose  de  agonía y otros, brincando  de  felicidad.  Pero la entidad fallecida, que vive en estado de sufrimiento  o  de felicidad, según su karma, no es visible; no tiene forma ni color. Si uno no comprende esta visión de la no sustancialidad, no puede captar la esencia de la doctrina budista sobre la vida". Toda Josei Zenshu, op. cit., 1984, vol. 4, pág. 253?254.

Saito:  Un  comentario  al  margen:  el gran inventor norteamericano Thomas Edison  (1847-1931) tenía un ávido interés en la vida después de la muerte. Basado  en  el  principio  científico  de  que  la energía sigue existiendo eternamente,  trazó  inferencias  con la idea de que, después de la muerte, pudiese  existir una "personalidad indestructible e imperecedera". En 1920, anunció  que  estaba  trabajando  "en  un aparato sensible que detectaría y registraría  la miríada de mónadas inmortales e infinitesimales que pululan por  el  éter  del  espacio". BALDWIN, Neil: Edison: Inventing the Century, (Edison: El inventor del siglo), Hyperion, Nueva York, 1995, pág. 377.

Presidente  Ikeda:  ¡Qué  interesante!  Si el rey de los inventores hubiera podido  crear  un  aparato  así,  habría  sido  el invento más grande de la historia humana...

Saito: Escribió lo siguiente: "La razón por la cual usted es usted y yo soy Edison  es  porque tenemos diferentes conjuntos de entidades, o enjambres o grupos o como quiera llamarlos". Ib. Desde  el  punto de vista del Budismo, esta visión podría expresarse de la  manera  siguiente: La individualidad de cada entidad viviente se debe a diferencias  en  la  combinación  de los cinco componentes, que reflejan su energía "kármica".     Dicho  sea  de paso, las últimas palabras de Edison fueron: "Es hermoso estar  allá".  Ib.,  pág.  407.  Edison  había  caído en estado de coma. De pronto, abrió los ojos y pronunció estas palabras a su mujer.

Presidente Ikeda: A mí me parece una observación muy sugestiva...     De  todas  formas,  si  se  hubiera  construido  un  aparato  como ése, probablemente   hubiéramos   hallado   que   los   fallecidos  experimentan "sentimientos vitales" buenos y malos, de acuerdo con su respectivo karma.

Suda: ¿Qué llevaría a cabo esa función sensorial?

Presidente  Ikeda:  Sería la misma corriente vital del individuo, coloreada por  su  buen o mal karma. Fuera de esta corriente vital, que cambia a cada instante, no hay yo.     Es  más,  esta  corriente  está  interactuando todo el tiempo con otras corrientes  vitales,  en  una  relación de origen dependiente. La corriente vital,  por  ende,  carece  de  yo,  en  el  sentido  de que el yo no posee sustancia fija. Pero, al mismo tiempo, el ser individual sin falta posee su propia corriente vital.

Saito:  En  vista  del  concepto de no sustancialidad o ausencia de yo, que busca  esclarecer  el  verdadero aspecto de nuestra vida, tal vez podríamos decir que esa corriente vital es el "yo"...

Presidente  Ikeda:  Si  bien la actividad es la principal característica de nuestra  corriente  vital,  mientras  estamos  vivos,  una  vez muertos, la corriente  vital  es  básicamente pasiva. Desde esa perspectiva, no podemos modificar  nuestro  estado  de  vida  en  forma  autónoma una vez que hemos fallecido.  Por  ejemplo,  mientras  estamos  vivos,  aunque nuestro estado básico  sea de Infierno, podemos experimentar una diversidad de condiciones de  vida  (Éxtasis, Humanidad, etc.), mediante la influencia del ambiente y el  contacto  con otras personas. Pero, en la muerte, perdemos contacto con estímulos externos, y volvemos al estado básico de nuestra propia vida.
    A  partir  de  la  muerte,  la vida que ha existido en estado básico de Infierno se fusiona con el estado de Infierno que hay en el universo, y por lo  tanto,  padece un dolor y un sufrimiento imposibles de mitigar. La vida que  ha  existido  en  estado  básico de Hambre se verá atormentada por una sensación   insaciable,   más   sobrecogedora   que   cualquier  otra  cosa experimentada en vida.    El  "yo"  de  una  vida  que  ha existido en estado básico de Éxtasis o Tranquilidad, luego de pasar por el sufrimiento de la muerte, recuperará su paz  y  su  serenidad,  y será envuelta en un sentimiento de satisfacción y plenitud.    Las  vidas  que  han existido en estado básico de Budeidad, luego de la muerte, se fusionan instantáneamente con la Budeidad del universo y sienten una dicha luminosa y rebosante. Perciben el universo entero como una tierra de  Buda,  y  disfrutan  del  mismo estado descrito por los fragmentos: "Mi tierra,  permanece  a  salvo y en calma, siempre colmada de seres humanos y celestiales",  y  "plácidos,  se  solazan los seres vivientes. Las deidades hacen  repicar tambores celestiales". Sutra del Loto, cap. 16, pág. 230. De acuerdo  con  su  oración  y  su juramento, su vida es inseparable del Buda eterno,  tanto en la vida como en la muerte. La próxima vez, cuando hagamos un resumen del capítulo "Duración de la vida", sigamos analizando la vida y la muerte en relación con el estado de Budeidad.
¿Se puede cambiar el estado de vida después de la muerte?        Las  incontables entidades de los tres mil estados que pasan por el      proceso de nacimiento, duración, cambio y extinción son, en sí mismas,  corporificaciones  de  los  poderes  trascendentales  [de  El  Que Así     Llega].  Pero  como  ven Nichiren y sus discípulos, las palabras "el secreto     de  El  Que  Así  Llega  y  sus poderes trascendentales" se refieren a    comprender  y  dominar el concepto que postula el logro de la Budeidad  con  la forma que cada uno posee. Pues fuera del logro de la Budeidad, no  existe  ningún  "secreto"  y  ningún  "poder trascendental". Gosho Zenshu, pág. 753.

Endo:  Ya que la vida después de la muerte no desarrolla actividad, ¿no hay nada  que pueda modificar el estado de una persona que fallece y se fusiona con el estado de Infierno?

Presidente  Ikeda: Por eso necesitamos luchar por nuestra revolución humana ahora  que  estamos vivos, en esta existencia. Si uno pasa la vida en vano, aunque  después  se  arrepienta  durante diez mil años, será muy tarde para hacer algo al respecto...     Pero  la  fuerza de la Ley Mística es inmensa. El daimoku que invocamos llega  a  la  vida  de  los  fallecidos,  latente  en la vida universal. El presidente Toda decía: "El poder del daimoku es enorme. Puede hacer que una vida  condenada  por  un  karma  tremendo  experimente un estado de plácida ensoñación, como si descansara en un jardín fragante y florido". Toda Josei Zenshu,  op. cit., vol. 4, pág. 261?62. El sonido de nuestra voz que invoca el daimoku resuena en el universo entero.

Endo:  El  daimoku  invocado por los que están vivos llega a la vida de los que  han  muerto.  Si  esto es verdad, ¿la vida de los que han muerto puede hacer algo en bien de los que están vivos?

Saito:  La  vida  después  de  la  muerte perdura en estado de latencia. Ha perdido toda capacidad activa. En consecuencia, se desprende que la vida de los fallecidos no puede actuar desde ninguna condición...

Suda:  Efectivamente.  Hay  religiones  que  piden  dinero  a los creyentes diciéndoles  que  el  espíritu  de su antepasado quiere tal o cual cosa. Es algo lamentable y digno de reprochar...

 Endo: Ya lo creo. Pero hay muchos que dicen haber escuchado la voz de algún fallecido  o haber visto fantasmas. Al parecer, no se puede descartar todas esas vivencias bajo el rótulo de ilusiones o engaños...

Presidente  Ikeda:  El  presidente  Toda  dijo  a  alguien  que creía haber escuchado  la  voz de un difunto: "Las personas vivas poseen en su vida los Diez Estados. Así que podría suceder que alguien percibiera la 'longitud de onda'  vital  de  algún fallecido, cuya vida ya se hubiera fusionado con el universo.   Creo  que  usted  ha  percibido  esto  como  una  señal  sonora audible...".
    En  otras  palabras,  si nuestra fuerza vital es débil, uno puede verse afectado  por "longitudes de onda vitales" del más allá, así como una radio o  un  televisor  recibe señales transmitidas. Y las personas sólo perciben estas  voces  en forma individual. El presidente Toda le dijo a esa persona que  si  desarrollaba una poderosa fuerza vital mediante la fe, en tal caso su  vida  iba a transmitir la longitud de onda de su propia Budeidad al más allá en lugar de recibir señales, y que iba a infundir a los fallecidos paz y reposo sereno.     Además, comentó: "Hasta ahora, usted se engañaba creyendo que su esposa muerta o sus antepasados fallecidos eran espíritus. No se deje engañar más. Si  fuera  de  esa  manera,  el  mundo estaría lleno de fantasmas, y habría
tantos  espíritus  rondando,  que  no nos podríamos ni mover". Ib., vol. 2, pág. 169?70.
    En  todo  caso,  el universo está desarrollando eternamente un ritmo de
vida y muerte. La marea infinita del océano de la vida crece en determinado
momento  y  luego  se  aquieta,  sin  un  instante  de  interrupción,  para interpretar  la  saga  de  la vida y la muerte. El capítulo "Duración de la vida"  explica  que la fuerza motriz que sostiene este proceso es el "poder trascendental" de El Que Así Llega.     En  el  Ongi kuden (Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente), el  Daishonin  dice: "Las incontables entidades de los tres mil estados que pasan por el proceso de nacimiento, duración, cambio y extinción son, en sí mismas,  corporificaciones  de  los  poderes trascendentales [de El Que Así Llega]".  Gosho  Zenshu,  pág. 753. En esencia, el capítulo "Duración de la vida"  nos  exhorta  a desarrollar estos poderes trascendentales, esta gran vitalidad fundamental, dentro de nosotros mismos. Lo importante ?ya sea que hablemos  de  poderes  trascendentales  o de la vida universal? es que esto
sólo puede lograrse mediante la acción denodada y sincera por el Kosen-rufu
.  Es  cuestión  de  practicar  con "un único pensamiento puro y sincero de desear ver al Buda, sin vacilar aun cuando ello nos costara la vida". Sutra del Loto, cap. 16, pág. 230.     El   presidente   Toda   enfrentaba  las  dificultades  de  lleno;  fue encarcelado,  y allí mismo logró la iluminación. Basado en un sentido de la misión  que  trascendía  la  vida y la muerte, juró dar la vida en bien del
Kosen-rufu,  y como resultado de ello tomó conciencia del verdadero aspecto de la vida y la muerte.
    La  fe  orientada a esforzarnos sin cesar por el Kosen-rufu, a lo largo del  pasado, presente y futuro, es en sí misma el gran navío para emprender el viaje eterno por el "océano de la vida y la muerte".

 

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